Definitivamente, si!. Lo más importante es querer hacerlo y comprometerte contigo mismo (a) el cambio que quieres realizar. A continuación te ofrezco algunas sugerencias para dar el pistoletazo de salida. El entrenamiento es poco a poco, no te agobies.
1.- Detecta la emoción que hay detrás de tus conductas:
Pasamos mucho tiempo desconectado de nuestras emociones. Las experiencias negativas que nos hacen sufrir en la vida nos aíslan de las emociones para protegernos. No podemos eliminar las emociones, quizás entonces la solución está en conectar con ellas y entender cómo influye en tu vida.
Cuando algo te haga actuar o sentirte de una determinada forma, párate a pensar y a reflexionar sobre la emoción que hay detrás, busca cuál surge. Al principio no entenderás nada, no desesperes, no estás entrenado. A medida que vayas entrando en tus emociones y tus sentimientos, entenderás y empezarás a encontrar respuestas.
2.- Amplía tu vocabulario emocional:
Existen cinco emociones básicas. Aunque diversos autores pueden nombrar 6 u 8. Esta vez nos centraremos en 5: alegría, tristeza, ira, miedo y sorpresa.
No vale con que la nombres, has de ser lo más específico posible. Los nombres que le das a tus emociones te ayudarán a entender cómo te sientes. Si te sientes hundido, si te sientes frustrado, no utilices otras palabras sino exactamente esas…
Tener un vocabulario rico de emociones y te ayudará a describir exactamente los sentimientos. Esto es muy importante. No dominar el lenguaje limita tu propio conocimiento acerca de lo que estás experimentando creando una sensación de no saber qué es lo que te está pasando.
3- Cuidado con dejarte engañar por tus emociones secundarias:
Existen emociones primarias y emociones secundarias. Las primarias son aquellas que a mí me indican si todo es coherente y estoy en equilibrio con lo que siento, pienso y actúo.
Las emociones secundarias, son aquellas emociones defensivas que tiñen tu sentimiento primario.
Por ejemplo, en los contextos familiares donde siempre ha estado muy presente la exigencia y donde existe el castigo por la manifestación emocional, es probable que lo que se manifieste sea en enfado, cuando la emoción primaria es el miedo.
Muchas veces, las emociones primarias desencadenan otras emociones y eso nos lleva a confundirnos y a creer que lo que realmente estamos sintiendo es la emoción secundaria.
En el ejemplo anterior, si sólo me quedo con el enfado, no estaré haciendo caso a la emoción primaria del miedo, por tanto trabajaré el enfado sin trabajar el miedo, cuando en realidad es el miedo la emoción primaria y es lo que realmente me está molestando.
4- No juzgues tu emoción:
Las emociones tienen una función y es ofrecerte información acerca de lo que estás viviendo. Si las reprimieras lo que harías es que no sabrías cómo reaccionar en la vida. Las emociones negativas tienen una función de prevención, no luches contra ellas, es más útil entenderlas y tener toda la información posible. Te están alertando de algo, investiga qué ese algo
El miedo te avisa de que hay un peligro para tu integridad física o psicológica. Te avisa de que no tienes recursos para abordarlo y que lo que está pasando es que existe un desajuste entre la situación y los recursos que tienes.
El enfado lo sientes cuando se vulneran tus derechos o necesidades o cuando alguien traspasa tus propios límites. En este momento, todo tu cuerpo se prepara para el ataque o defensa.
La tristeza te indica la pérdida de algo valioso para ti y te prepara para superar esa ausencia y seguir con tu vida.
La alegría surge cuando hay algo agradable para ti. Te pide que la repitas para sentir el bienestar. Te pide repetir conductas que vuelvan a generar esa sensación agradable.
Las emociones no son buenas ni malas, te da información para ser más consciente de ti misma.
5- Investiga y descubre cómo es tu lenguaje corporal:
A veces nos cuesta identificar las emociones. Fíjate en tu lenguaje corporal, te dará puntos de información acerca de lo que ocurre dentro de ti.
Por ejemplo, ¿cómo es tu corporalidad cuando te enfadas? La mía es cruzarme de brazos y piernas…investígate! Cuando hayas entrenado esta parte, las detectaras mucho mejor y más rápido.
También se producen cambios fisiológicos como puede ser presión en el pecho cuando estás triste o sientes un nudo en el estómago cuando tienes miedo.
Cuando seas capaz de encontrar todos esos patrones de sensaciones físicas que se producen en tí, serás un (a) auténtico (a) maestro (a) emocional de ti mismo!
6- Gestiona tus creencias para gestionar cómo actúas:
Es habitual pensar que en los momentos en los que nos invade una emoción, uno no es dueño de sus actos y pierde el control. Esto no es cierto. Los sentimientos son el resultado de lo que pensamos y de la emoción que tenemos. La emoción no podemos evitarla, por tanto, lo que podemos hacer es modificar lo que pensamos al respecto de toda esa situación que nos provoca esa emoción.
Fíjate en esas emociones que te resultan incómodas. Cuando vuelvas a tener una, presta atención porque significa que con ella irá un pensamiento, escribe ese pensamiento. Una vez que lo hayas escrito, piensa si ese pensamiento te sirve para algo. Si te está limitando, piensa que otro pensamiento podrías tener que te abra posibilidades.
7- Busca el para qué tuyo y el de los demás:
Cuando veas y observes una reacción en otra persona, piensa que hay detrás de esa emoción, puesto que hay muchísimos detalles ocultos que no puedes ver a simple vista.
Detrás de ese comportamiento, hay sentimiento, y esto quiere decir que hay una emoción y un pensamiento. Piensa qué es lo que está experimentando esa persona, desmenúzalo. Una vez que hayas encontrado las partes, piensa en para qué y por qué actúa de esa forma. Busca la necesidad que no está siendo cubierta.
8- Siéntete Bridget Jones, lleva un diario emocional:
Una forma muy útil de observar y mejorar tu gestión emocional es llevando un diario. Coge un cuaderno pequeño, de bolsillo, en el que puedas apuntar tus sentimientos diarios. Practica! Llegar a la gestión emocional sin haber practicado antes, es una panacea nada aconsejable si estas frente a otra persona. Si eres tú el implicado, simplemente practica, ten paciencia contigo mismo y no desistas…lo conseguirás con tu trabajo!
9- Expresa las emociones de forma asertiva:
En el momento en el que ya sabes identificar tus pensamientos y además, eres capaz de poner nombre a tus emociones, comenzará el aprendizaje de cómo expresarlas sin coste emocional para nadie!.
Trabajaremos aquí, las habilidades sociales, especialmente la asertividad.
La fórmula general es: me siento X (EMOCIÓN) cuando haces Y (ACCIÓN) en la situación Z.
Para esto, lo que hacemos es definir específicamente la emoción, expresarla en primera persona, comunicar que nos provoca esa emoción, sin las intenciones que tenga esa emoción. Terminamos expresando lo que necesitamos y evitaremos a toda costa, usar frases que empiecen por “tu” y continúen con un juicio.
Un ejemplo sería: “¡me siento poco valorado porque llevo siete años en esta empresa y cuando ha surgido la posibilidad de un puesto de ascenso para mí, se lo han dado a otro!”
10.- Conviértelo en un entrenamiento diario:
Te aconsejo que no comiences con todo a la vez, no suele ser eficaz. Pon el foco en una única cosa y conviértela en una rutina.
Encuentra conductas concretas e inicia el cabo el cambio. Repite esa conducta. La plasticidad neuronal hará que se modifiquen tus conexiones y se crea un nuevo hábito. Visualízate realizando ese hábito, verás como este se refuerza.
¡¡¡¡Practica y verás como tu bienestar aumenta!!!!